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La solidaridad como respuesta


Foto: Las ollas populares en respaldo a la Coordinadora Popular y Solidaria (CPS), durante una marcha de solidaridad. Foto: Daniel Rodriguez /adhocFOTOS.


La solidaridad es parte de la identidad del pueblo uruguayo, lo ha sido siempre, y es un valor que se continua generación a generación. Pese a que a veces pareciera que los discursos individualistas calan cada vez más hondo, que la vorágine materialista nos coloca en constante competencia con quienes tenemos al lado, siempre alguien reacciona, y levanta las banderas de nuestras mejores tradiciones.


Es así que gracias a la solidaridad afrontamos los peores momentos del país en lo económico, político y social. En este contexto de creciente desigualdad, agravado por los efectos de la pandemia del COVID, las uruguayas desarrollamos distintas redes y herramientas de solidaridad bajo el principio de que nadie se salva solo, sino que nos salvamos en colectivo. Se demostró el potencial que tiene la solidaridad como herramienta para dar respuesta a los problemas colectivos, y la relevancia de la militancia desde una perspectiva interseccional, echando una mano al que está al lado y sufre los impactos de cualquier forma de injusticia y desigualdad; siempre persiguiendo el propósito de mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo.


El pueblo al rescate


Volvieron a aparecer ollas populares y merenderos en todo el país, iniciativas que se sostuvieron gracias al compromiso y la empatía de cientos de compatriotas. Iniciativas que se alejan de la idea caritativa de la acción social, y que tuvieron que enfrentar los ataques del mismo gobierno que se estaba retirando de los territorios, y que desarrollaba las políticas que hacían crecer la cantidad de porciones que se entregaban.


La persecución y el ataque, principalmente a las mujeres que sostienen las ollas populares, es de las acciones más bajas de este gobierno. Atacar a quienes estaban supliendo el rol del Estado. Claro, mientras el gobierno buscaba en cada oportunidad terminar beneficiando al amigo de turno (sí Fundación A Ganar, te estamos mirando), y tercerizar políticas sociales en fundaciones u ONG que desarrollan su acción bajo el principio de la caridad y el asistencialismo, las ollas populares se enraizaron en los territorios para trabajar de forma colectiva, tuvieron como base la participación y el sentido de comunidad, desarrollaron mecanismos para ayudarse mutuamente y barrio a barrio.


Así como las ollas y merenderos, crecieron las huertas comunitarias en la ciudad. Pero eso también molestó a gobernantes, porque mirá si la vereda va a estar ocupada por una huerta, no, mejor dejemos que algún bar la ocupe con mesas. Y de nuevo, es desde el sentido de comunidad, que se fortalece a través de acciones solidarias, que el barrio mantuvo esas huertas que el municipio CH había mandado a sacar.


Todas estas iniciativas son, lamentablemente, necesarias. Y lo seguirán siendo, aún en un futuro gobierno frenteamplista, porque podremos volver a sacar a miles y miles de compañeros de abajo de la línea de pobreza, pero siempre nos va a faltar. No porque nuestra fuerza política no tenga la capacidad de desarrollar políticas de impacto, ya demostramos que sí, sino porque el sistema capitalista es voraz, y necesita de la pobreza.


Debemos trabajar con estas iniciativas, su valor está más allá de la ayuda inmediata que brindan, como decíamos, está en lo que se construye a partir de la iniciativa concreta. Construye comunidad, contagia solidaridad. Pero no pueden ser un mecanismo de sustitución del Estado. Por eso las jóvenes 1001 desarrollamos una serie de propuestas.


Acción solidaria


La solidaridad popular nace y se sostiene en base al trabajo autónomo y en comunidad, y así debe continuar, pero desde el Estado pueden desarrollarse iniciativas tendientes a potenciar y fortalecer sus capacidades de acción. Así como también la participación comunitaria, el reconocimiento y fortalecimiento de las redes de participación y el impulso a iniciativas solidarias, debe ser la base para profundizar la democratización del Estado y la participación social en el diseño, implementación y balance de las políticas públicas.


El próximo gobierno frenteamplista tiene que comprometer al Estado en el apoyo a iniciativas solidarias en los territorios, especialmente en los que se presentan mayores vulnerabilidades socioeconómicas. Hay que reconocer su relevancia social y fortalecer su capacidad de acción sostenida en el tiempo, para que puedan continuar no solo la acción concreta sino desarrollar aún más el abordaje comunitario del territorio.


Hay que darle un impulso a los movimientos de economía social y solidaria en los barrios, como forma de combatir los aumentos de precios de los bienes de consumo cotidiano y ofrecer alternativas desde la organización popular para que nadie quede preso de los vaivenes del mercado en su subsistencia. De igual forma, viendo en la economía social y solidaria una alternativa potente para la generación de trabajo de calidad y desarrollo de proyectos productivos con importante impacto local y regional.


Hay que incentivar el desarrollo de más brigadas solidarias de construcción de vivienda, con participación de más sindicatos, de gremios estudiantiles y otras organizaciones sociales y populares. Para eso, hay que relanzar y fortalecer el Plan Juntos como la plataforma para dar respuesta interinstitucional y solidaria a problemas sociohabitacionales, en diálogo con la organización social en territorio y promoviendo la participación y la solidaridad en los barrios.


Hay que promover y apoyar el desarrollo de brigadas pedagógicas de trabajadoras de la enseñanza y estudiantes de Formación en Educación, y a través de estas medidas solidarias atender las necesidades de acompañamiento pedagógico de las hijas de las familias con menores oportunidades. No podemos esperar a que terminen Secundaria para darles un premio.


La construcción de un Uruguay más solidario no solamente es necesario para mejorar las condiciones de vida del pueblo, sino también para generar una nueva cultura, una nueva forma de relacionarnos y, en definitiva, una nueva forma de vivir.


Durante el próximo gobierno del Frente Amplio el Estado deberá volver a ocupar el rol que debería, volver a estar donde se ausentó estos cinco años, pero no podemos perder todas las redes solidarias que nuestro pueblo tejió, debemos trabajar en conjunto y desarrollar esta seña identitaria aún más.

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