Foto de portada: Festejos del FA en 18 de Julio luego de las elecciones presidenciales y parlamentarias en el año 2014.
Foto: Nicolás Celaya /adhocFotos.
“El año que viene estaremos en la calle apoyando el único proyecto de país que pone en el centro a la gente”
Nos encaminamos con rumbo seguro al cierre del año; comenzamos a transitar los últimos meses que nos separan de un año que como siempre, pero más que nunca, será particularmente intenso para los uruguayos y uruguayas. El 2024 será un año de definiciones trascendentales para nuestra vida y la de quienes nos rodean; el acto electoral de octubre marcará una síntesis política de lo que habrá sido este quinquenio de gobierno de derecha, los mejores 5 años de alguien, pero que han implicado enormes retrocesos en la vida de la mayoría de nuestro pueblo, han degradado la calidad democrática y la participación de la gente en las decisiones trascendentes de nuestro país y nos han acostumbrado a encontrarnos diariamente con escándalos de corrupción; puntas del iceberg de lo que implica un gobierno de aquellos que hacen del estado un instrumento de sus negociados, a costa de lo público, de los que es de todos, de nuestros derechos, nuestro futuro y nuestra soberanía.
El año que viene se juega un partido en el que ninguno de nosotros puede pedir cambio y acomodarse en el banco esperando el resultado; no por imposición externa, sino porque nuestra vida, la de nuestros compañeros y compañeras, vecinos y amigas serán titulares en los efectos que derivarán de cómo quede la tabla de posiciones al final de la fecha.
Pero decir que el año que viene será particularmente intenso no implica desconocer, nadie podría hacerlo, que el que transitamos y los precedentes no hayan implicado grandes dificultades y enormes desafíos. Para aquellos que tomamos partido por la felicidad compartida, los que salimos a trabajar todos los días y para los que la apatía no es un refugio de comodidad los días siempre son desafiantes. Lo han sido especialmente estos años en los que hemos tenido que redoblar la solidaridad, porque se ha extendido la cantidad de uruguayas y uruguayos que tienen dificultades para alimentarse en sus casas; tensar la organización en cada espacio que habitamos para defender nuestros derechos, como el derecho al trabajo de calidad, o a no perder salario cuando la economía del país crece y unos pocos acumulan millones en cuentas bancarias del exterior; salir a la calle a defender lo que debería ser obvio, como que en los hospitales tiene que haber medicamentos, que el agua potable es nuestro patrimonio y un derecho humano que el Estado debe garantizar, que no debe haber una educación para los hijos de los trabajadores que solo nos prepare para el empleo precario; incluso cuando hemos tenido que alzar la voz para que algunos recuerden que organizarse en un gremio estudiantil, un sindicato o una olla popular no debiera ser objeto de censura y persecución institucional.
Lo dicho, el año entrante será particularmente intenso, pero será así justamente porque deberá hacer síntesis de sus precedentes; deberá pasar raya de años en donde las dificultades y los desafíos han sido muchos, pero de la misma dimensión han sido nuestros esfuerzos por hacerles frente, nuestra disposición de dialogar y luchar con otros, de salir al encuentro con los que estábamos desencontrados, de sentar las bases para un mañana distinto, un mañana mejor.
Pero como nada es espontáneo, fruto del azar o designio de una divinidad; como nada ha estado ni está escrito de antemano. No lo estuvo la victoria de los sectores más conservadores y regresivos en 2019; no lo estuvo su agenda de ajuste y retroceso, ni nuestra respuesta, nuestra solidaridad y nuestra lucha. Tampoco será espontanea, fruto del azar ni designio de una divinidad nuestra victoria, ni la lucha que nos permitirá entre todos alcanzarla.
Por todo ello, cuando comenzamos a transitar los últimos meses de este 2023 y preparamos lo que será un 2024 en donde derrotaremos al proyecto de derecha, su voracidad por hacer de nuestros derechos una mercancía que puedan vender, de nuestro país su cantera de recursos y de nosotros empleados al servicio de sus proyectos personales; amplios sectores de la Juventud Comunista tendrán sus convenciones ordinarias, para juntarse, pensar y seguir mejor. En el mes de noviembre se realizarán las Convenciones Ordinarias de la departamental de Montevideo, Canelones y del Seccional de Educación Terciaria. En los dos primeros casos, poniéndole cabeza a como se han expresado estos años de gobierno de derecha en los departamentos que nuclean a la mayor parte de la población del país, especialmente de su población joven. La especial crudeza que en cada lugar ha tenido el crecimiento de la desigualdad, la profundización de la pobreza entre los jóvenes, las restricciones para el acceso al trabajo de calidad, la violencia en los barrios, en las instituciones y en nuestros hogares, la depredación de los recursos comunes, etc.
Será así, al mismo tiempo que intentamos rescatar el rol que ha jugado la izquierda, nuestro Frente Amplio, desde los gobiernos departamentales. La adhesión a un programa que ha buscado profundizar lo hecho en la acumulación de gobiernos departamentales, profundizar el acceso a derechos y poner al gobierno departamental al servicio de las necesidades de su gente; pero que a la vez ha tenido el desafío de suplir, ante la política de recortes desarrollada por el gobierno nacional, la retracción del Estado de áreas fundamentales que hacen a la vida digna de nuestras vecinas y vecinos, desde el desamparo en la pandemia, hasta la falta de respuesta para acceder a soluciones habitacionales, a servicios de salud de calidad, a dispositivos que atiendan las situaciones de violencia, a las necesidades laborales, la alimentación, y otros tantos etcéteras en los que los gobiernos locales han tenido que ser protagonistas para sostener nuestras vidas.
En el último caso haciendo un balance del impacto particular que la ofensiva conservadora y neoliberal ha tenido hacia la educación superior. Sus impactos en términos políticos y culturales, en un contexto de ataque permanente a su prestigio, su rigurosidad y el valor social de su aporte. Los impactos en términos económicos, con una acumulación sustantiva de recortes en recursos financieros, deterioro de las condiciones laborales y remuneraciones de sus trabajadores y de las condiciones de vida y acceso de sus estudiantes. Todo ello en el marco de una agenda explícita desde el gobierno de ataque a su autonomía y cogobierno, un chantaje presupuestal y degradación institucional que tiene como contra cara el fomento de la educación privada, del lucro con aquello que debiera ser un bien público social.
Los y las jóvenes comunistas hemos estado durante todos estos años aportando, desde nuestro lugar y con todas nuestras fuerzas, a enfrentar los desafíos y dificultades que a todos y todas se nos han atravesado; hemos aportado en la resistencia a la ofensiva conservadora y neoliberal, siempre con un ojo en la acumulación necesaria que de cada lucha debe surgir para que seamos capaces de pasar a la ofensiva y ser protagonistas de la transformación. El año que viene estaremos en la calle, en cada esquina, barrio y centro de estudio apoyando y promoviendo el único proyecto de país que pone en el centro a la gente, su vida y su futuro; el del Frente Amplio. Para hacerlo, de la mejor manera y con más fuerza, en noviembre nos juntaremos, para pensar y seguir mejores. Siempre es buen momento para sumarte, estas a tiempo, pasa a la acción.
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