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Darle un beso al mundo y nada más


Foto de portada: Las Brigadas Médicas Cubanas han desplegado solidaridad por todo el mundo, desde hace 60 años. Foto PIT-CNT.


“Patria es humanidad” lanzó José Martí y sostuvo en su pensamiento, hasta el último suspiro, el histórico referente de la revolución cubana Fidel Castro. Patria es humanidad es el resumen, en tan solo tres palabras, de una visión de mundo, una concepción sobre el yo y el mandato del vínculo que se debe establecer con los otros; es a la vez, un postulado político, una referencia ética y una aspiración moral.


En el mundo hay países que se conocen, se han hecho famosos y se han mantenido en las noticias por diversos motivos. Los hay famosos por participar en guerras, algunas de ellas de liberación nacional, que dieron a la humanidad personajes icónicos; otras simplemente por intereses económicos. En estas últimas la obstinada voluntad de expandir su dominio político y hacerse de recursos estratégicos ha sido la tónica, derivando siempre en sufrimiento y devastación para países más débiles y pueblos históricamente sometidos. Hay también países famosos por el deporte, han dado muestra de destreza en numerosas disciplinas, marcando el camino de la pulsión permanente de superación de nuestra especie. Pueblos enteros han pasado a la historia por aportes sustanciales al arte, la ciencia u otras formas de conocimiento, generando grandes saltos en la acumulación cultural de la humanidad.


Los motivos por los que conocemos a los pueblos y países son diversos, no son de hecho contrapuestos entre sí, y varían muchas veces en función del lugar del mapa en el que nos toque vivir. Desde este lugar del globo, el llamado “sur global”, “la periferia”, “el tercer mundo” o cuanto eufemismo encontremos para denominar a países históricamente marcados por el dominio, el saqueo, la dependencia y el intercambio desigual; a Cuba y a su pueblo se lo reconoce, antes que, por cualquier otra cosa, porque llevan marcado a fuego y como bandera que, para ellos, patria es humanidad.


Decenas de pueblos del mundo han sentido el abrazo, la solidaridad, el cariño y el sacrificio de los cubanos. Decenas de miles de personas, personas especialmente pobres, habitantes de lugares donde los Estados no llegan con servicios básicos, han sido asistidos por ese ejército que la isla tiene inundando diversos rincones del mundo: las brigadas médicas internacionalistas.


Compartir lo que tenemos y no lo que nos sobra dijo Fidel, y sabemos que es cierto. Nadie puede sostener que la solidaridad cubana, que año a año priva a su gente de cientos de recursos médicos formados con extremo esfuerzo social, se sostiene sobre la base del exceso y la opulencia. La solidaridad cubana es su principio innegociable, un galardón del que se enorgullece la enorme mayoría de los cubanos, aquellos que se saben amigos del mundo y no su juez y gendarme.


El principal antecedente de las brigadas médicas data de 1960 (a un año de triunfada la revolución), cuando despidieron al primer destacamento de médicos que cumpliría misión en el exterior, colaborando con el pueblo chileno. Posteriormente, en 1963, comenzaría oficialmente la colaboración médica internacional que conocemos hasta el día de hoy. El 23 de mayo de ese año, cumpliendo esta semana 60 años, partía un contingente hacia Argelia. Esa brigada permanecería allí durante un año, colaborando con la vida de ese pueblo recién liberado, que el colonialismo había regado de muerte. Desde entonces hasta ahora, sin pausa, campeando temporales y catástrofes, las brigadas han prestado servicio en 164 países de los 5 continentes, participando de ellas más de 600.000 profesionales y técnicos de la salud.


Las brigadas médicas han sido un testimonio formativo del verdadero sentir internacionalista, ese que hermana oprimidos y que no se deja dividir por opresores. Mientras otros complementan diferencias políticas con bloqueos y agresiones, la cuba revolucionaria llegó en 1972 a Nicaragua, a colaborar con ese pueblo hermano que sufría los efectos de un terremoto. Por entonces, gobernaba allí el sanguinario dictador Anastasio Somoza, aplaudido por importantes sectores del poder mundial que nada hacía por sus víctimas. Somoza fue derrocado posteriormente por el heroico pueblo nicaragüense, quien conocía desde antes la solidaridad cubana y afianzó desde entonces su hermandad combatiente.


La otra arista de la solidaridad cubana, construida sobre su saber médico y su vocación humanista, ha sido la Escuela Latinoamericana de Medicina, que junto con las brigadas compone el Programa Integral de Salud. Allí se han graduado, de forma gratuita, más de 30.000 médicos, generando capacidades que luego regresan a prestar servicio en sus países de origen.



Uruguay, este rincón del mundo ubicado en el sur, también es testimonio de la solidaridad desplegada por las brigadas médicas cubanas en estas 6 décadas. La cooperación médica en nuestro país se remonta al 2005, cuando los primeros 30 compatriotas viajaron a la isla para operarse de cataratas y otras dificultades visuales. La intervención les era privada aquí por los costos locales, su problema se relacionaba con su pobreza. Desde entonces y hasta 2007, 2.037 uruguayos y uruguayas viajaron a Cuba para ser intervenidos.


Finalmente, el 27 de noviembre de ese mismo año fue inaugurado en Montevideo el Hospital Especializado de Ojos José Martí. El hospital ha atendido más de 800.000 consultas y realizado más de 100.000 intervenciones oftalmológicas. El origen y desarrollo de nuestro “Hospital de Ojos” no podría explicarse sin la solidaridad cubana, así como tampoco los cientos de miles de pesquisas que profesionales cubanos y uruguayos realizan a lo largo y ancho del país; tarea enfocada especialmente en los sectores más vulnerados, a quienes hasta ese 2007 se le había negado el derecho a la atención oftalmológica.


Hace algunos días se realizó en la Junta Departamental de Maldonado un reconocimiento a la brigada médica cubana en Uruguay, en el marco del 60 aniversario de la solidaridad médica internacional de la isla. En ocasión de ello, la responsable del contingente médico cubano, Dra. Evelyn Almira afirmo que estarían en nuestro país “todo el tiempo que Uruguay lo necesite”. Esa sentencia fue lanzada por la Dra. Almira, pero es sostenida diariamente por su pueblo, abnegado en compartir lo que tiene y hacer de la humanidad su patria. La solidaridad es la bandera, que, junto con aquella de la estrella solitaria, los identifica personal y colectivamente. Nosotros desde aquí no podemos hacer otra cosa que agradecerles y estar siempre dispuestos a retribuir su solidaridad, de la forma que precise su gente.


(*) Verso de la canción Valientes, del grupo musical cubano “Buena Fe”, en homenaje a la labor médica cubana nacional y su solidaridad internacional en el marco de la crisis del Covid-19.

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