Como extraño por su tierra
- UJC

- 20 jun
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Concentración contra el genocidio en Palestina, en Plaza Independencia. Foto: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS
Hace 77 años que el pueblo palestino anda “como extraño por su tierra” al decir de una histórica canción. Esa tierra que tiene miles de años de civilización y es “tierra santa” para múltiples religiones y culturas, ha sido lugar de convivencia durante siglos de musulmanes, cristianos y judíos. Es una tierra que durante el Siglo XX enfrentó el colonialismo británico y que después de la Segunda Guerra Mundial vio como en ese territorio, de inmensa mayoría árabe se decidía instalar dos Estados, uno árabe y uno judío. Una de las primeras acciones del Estado de Israel fue la “Nakba”· lo que implicó el desplazamiento de cientos de miles de personas de sus hogares, condenando a generaciones a vivir y nacer en campos de refugiados, desplazarse a otros territorios y vivir la incertidumbre y desarraigo colectivo. A pesar de establecerse límites a través de los acuerdos internacionales que oficializaron la creación de ambos Estados, desde un inicio Israel ha tenido una política expansionista y belicista frente a Palestina, una política de Estado podría decirse, que fue anexionando cada vez más territorios al influjo del auge de la ideología sionista, entendida esta como la ideología de los sectores ultra conservadores y ultra derechistas de Israel que tienen tintes supremacistas y que se encuentran dispuestos a todo para expandir el Estado y ver desaparecer a sus vecinos. Uno de los mayores exponentes de este sionismo que busca descaradamente impulsar la colonización del territorio es el partido más importante de Israel el Likud, que tiene al criminal de guerra Netanyahu como Primer Ministro actualmente.
Como veníamos diciendo antes, el expansionismo y el ataque a Palestina ha sido una constante desde la idea de crear esos dos Estados, pero es importante dejar en claro que nosotros no nos enfrentamos contra la idea de la existencia del Estado de Israel, la defendemos como también defendemos el derecho a existir que tiene Palestina. Condenamos el sionismo del Likud que es aquel que predomina en las decisiones que se ejecutan desde el gobierno y que intenta disciplinar a aquellos israelíes que se oponen a esta ideología supremacista.
Hoy, asistimos a un momento histórico donde la existencia del pueblo palestino y su derecho a vivir en su territorio peligra como nunca antes. Y es por eso que decidimos estar con ese pueblo tan sufrido. También decidimos estar con los miles y miles de israelíes que piden el fin del gobierno criminal y corrupto de Netanyahu, con el espíritu de los acuerdos de Oslo que fueron llevados a cabo por Arafat e Isaac Rabin, ex primer ministro israelí luchador por la paz y asesinado por un militante de extrema derecha.
Cómo puede ser que suceda ante nuestros ojos una masacre televisada y parezca que nada pueda detenerla? De nada ha servido la experiencia histórica de una humanidad que ha visto tanta barbarie? La historia se repite pero los pueblos se empeñan en sostener la memoria colectiva, aunque intenten ensayar el revisionismo una y otra vez, la memoria y la historia, más temprano que tarde, la hacen los pueblos.
Los hechos están allí, desde la última escalada, mas como vimos no el comienzo, de este conflicto en octubre del 2023 a partir del ataque terrorista de Hamas,el cual condenamos y seguimos reclamando la devolución de los rehenes inocentes, son más de 54 mil los civiles palestinos muertos, más de 120 mil heridos sin contar las personas que hasta hoy se encuentran bajo los escombros. La abrumadora mayoría de estas personas son civiles, el 70% de ellos mujeres y niños. Cientos de trabajadores de organizaciones internacionales y de ayuda humanitaria asesinados, ciudades enteras arrasadas y un bloqueo de a tipo de productos e insumos imprescindibles para la vida humana que ya es total. Israel no permite el ingreso de comida, agua, medicinas ni ningún producto a Gaza, mientras tanto, coloca puestos de distribución de alimentos que son verdaderas encerronas para disparar a quienes acuden desesperados por el hambre. Cuál debería ser el destino de los palestinos según los que defienden la política de exterminio o se mantienen indiferentes? Resignarse a la desaparición?
La humanidad no puede ser testigo de semejante cosa, pero sin embargo está sucediendo, y los responsables son los mismos de siempre. Israel no está haciendo esto solo. Los crímenes de guerra y de lesa humanidad los comete el Estado genocida, pero son los Estados Unidos y la Unión Europea quienes permiten el avance de esta historia, vendiendo armas, manteniendo vínculos comerciales y relaciones diplomáticas, bloqueando toda posibilidad de condena y cualquier acción concreta que vaya en dirección de frenar el genocidio. De nada han servido los tratados internacionales vigentes o las organizaciones internacionales creadas para que este tipo de desastres no vuelvan a suceder. Tanta es la impunidad que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, osa en anunciar como si de una campaña publicitaria se tratara, las pretensiones de construir un balneario de lujo sobre los cadáveres de miles de personas muertas en Gaza.
La situación en Gaza y toda Palestina no es un problema de Medio Oriente, es un problema de todos, es un asunto de defensa de la dignidad humana y del derecho a existir de cada uno de los pueblos que habitamos este planeta, porque cómo se vuelve de un exterminio anunciado por altavoces, transmitido en vivo y justificado una vez más en nombre de dios y la supremacía de algunos seres humanos sobre otros. De nuevo, ya hemos visto esta película. ¿Cuánto vale la vida de un niño gazatí? ¿Es que acaso esas vidas no importan? ¿Por qué no hay voces del mundo “occidental y democrático” que se alcen contra la ocupación ilegal y el régimen de apartheid que impone Israel en Cisjordania? La hipocresía de las potencias globales ya no es noticia, pero no deja de ser repulsivo y no deja de poner en tela de juicio, una vez más un sistema internacional que solo beneficia a unos pocos que tienen, literalmente, licencia para matar.
Otra vez, vemos cómo la humanidad se acuesta y amanece con noticias de amenaza a la paz mundial y escalada nuclear producto de intereses que nada tienen que ver con las grandes mayorías, y sin embargo, son éstas las que ponen los muertos. El imperialismo, que se ha venido repartiendo el mundo, que es responsable de la miseria planificada y de la muerte de quienes han defendido la autodeterminación de los pueblos y el derecho a vivir en paz, es otra vez el responsable de matanza sin precedentes en la historia moderna con un mundo de testigo.
Pero también otra vez, están los pueblos del mundo que persiguen la paz, el derecho a existir y vivir dignamente. Los pueblos, que tienen como arma su poder de organización, están de pie ante la avanzada belicista, ante el exterminio y ante una herida colectiva e histórica que no nos podemos permitir. La solidaridad internacionalista debe ser hoy para todos, un principio ético y político. Exigir desde todos los espacios, en todas las canchas y desde todas las tribunas un alto al fuego es imprescindible, así como la reparación y reconocimiento de Palestina como Estado libre y soberano, además del juicio y condena a todos los responsables de este genocidio. La defensa de los derechos humanos y la exigencia a los Estados de cumplir con las convenciones internacionales que establecen la obligación de aplicar sanciones a Israel por los crímenes de guerra y de lesa humanidad, es tarea de todos.
No estamos ante una guerra, estamos ante la deshumanización de un pueblo entero que lucha por sobrevivir y se encuentra con la complicidad del poder económico y político que permite su exterminio.
Porque “nada de lo humano nos es ajeno”, ¡Viva Palestina libre!
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