El 27 de Junio en seguridad los y las jóvenes también tenemos algo que decir, y es que SI queremos luchar por nuestros derechos y contra la violencia y estigmatización del Gobierno.
“Necesitamos más trabajo y oportunidades no más garrote”
Este 27 de Marzo es hora de ser legisladores por un día y enfrentar la Ley de Urgente Consideración (LUC), porque es una ley que ataca a los y las jóvenes y en especial a aquellas que son más pobres. En el capítulo de seguridad, en concreto, que va contra las resoluciones democráticas del pueblo uruguayo, es una ley que criminaliza a la juventud, y, por supuesto, que no resuelve ninguno de los problemas de seguridad que tenemos los uruguayos y las uruguayas.
En 2014, hace menos de diez años, Pedro Bordaberry, con el apoyo del actual presidente Luis Lacalle Pou, proponía la baja de la edad de imputabilidad, lo que implicaba en los hechos, un gran aumento de penas para todos aquellos menores que cometieran un delito. Con la juventud como gran protagonista, el pueblo uruguayo señaló democráticamente que no estaba de acuerdo con esa iniciativa.
Si bien durante estos años se han aumentado penas a los menores, la LUC profundiza y agrava una situación en un momento justo, dónde la cantidad de menores cometiendo delitos está en mínimos históricos. Parece más una medida populista, que busca revivir viejos miedos hacia las juventudes, antes que una medida que pueda impactar en la seguridad y la convivencia en nuestro entorno. Como decíamos en aquel entonces, estas medidas no se encargan de frenar el delito y aportan menos para la rehabilitación de aquellos jóvenes en conflicto con la ley que necesitan volver a insertarse en la sociedad. Necesitamos más trabajo y oportunidades para integrarse, mayor convivencia, no más garrote.
Es también una ley que estigmatiza, sobre todo a las personas jóvenes. Mientras en ella hay artículos que facilitan el lavado de activos en nuestro país por aquellos que más tienen, busca ensañarse con los delitos que cometen los pobres. Porque esta ley nos hace creer que el de “cuello y corbata” es bueno y el de “apariencia delictiva” tiene un destino en la cárcel. Es una ley que prioriza la propiedad privada por sobre la vida de la gente. Y ya se han comenzado a ver sus efectos. Un líder narco, viviendo en La Tahona, no estuvo ni un día en la cárcel, pero, mujeres pobres que traían consigo marihuana a la cárcel, muchas veces coaccionadas, han tenido sentencias de dos a cuatro años de prisión. ¿De qué Justicia estamos hablando?
Pero pongamos ejemplos de artículos concretos. El 45 que habla de la “Oportunidad para el uso de la fuerza” por parte de la Policía, señala que puede actuar cuando “deba disolver reuniones o manifestaciones que perturben gravemente el orden público, o que no sean pacíficas, en cuanto a que las mismas participen personas que porten armas propias o impropias o que exterioricen conductas violentas”. En buen romance, cuando la Policía crea que las reuniones o movilizaciones causen daño a lo que ellos consideren orden público, pueden disolverlas de manera violenta. No solo hablamos de los derechos de libertad de expresión, que se pierden al tener limitado el derecho a protestar y movilización de acuerdo al interés de terceros. También en situaciones más cotidianas, como fiestas o reuniones en plazas, parece que ahí siempre son los jóvenes los que molestan por divertirse, y una cierta acumulación de gente y “ruidos” puede llevar a la Policía a estar habilitada a actuar. Esto ya se ha visto, la convivencia se resuelve con garrote, y de nuevo: ¿En qué aporta esto a resolver la inseguridad? En absolutamente nada.
Los efectos de esta ley se encuentran a la vista y no precisamente por sus buenos resultados. Mientras todos y todas notamos como a medida que la pandemia termina el delito aumenta, también vemos, un día sí y otro también, como existen abusos policiales, especialmente frente a grupos de jóvenes. Respaldar a la Policía no es dejar que se pueda reprimir con violencia, no es habilitar la posibilidad del gatillo fácil e incentivarlo.
El artículo 49, que dice una obviedad para la Policía y el conjunto de la ciudadanía, que es que uno es inocente hasta que se demuestre lo contrario, lo único que busca instalar es la idea de que el cuerpo policial tiene carta libre para cometer los excesos que se quieran, que nunca va a tener que rendir cuentas por ello. A eso le llaman respaldar a la Policía. Respaldar a la policía es tener un cuerpo formado, equipado, bien pago y que sepa dónde se encuentran sus derechos y los de los demás.
No parece casualidad que 2021 haya sido el año con más muertes violentas en las cárceles. Cuando el objetivo de una política es encerrar sin criterio a las personas, sin invertir un solo peso en los lugares dónde se los va a rehabilitar, es claro que va a desembocar en mayores situaciones de violencia. Adentro, y afuera. Porque el populismo punitivo no sólo genera el que se “maten entre ellos”, sino que tiene consecuencias en toda la sociedad.
Además, cuando se fomenta desde el gobierno el valor de la propiedad por sobre la vida, se estigmatiza tanto a jóvenes de determinado estrato social, se habilita a conductas de parte de personas “de bien”, que por tener dinero se creen autorizadas a lastimar a un joven por tener una ropa que no les gusta, ropa de “delincuente”. A no confundirnos, la LUC también alimenta estos discursos que solo pueden traer aún más violencia.
Nosotros y nosotras entendemos que lo urgente es buscar mecanismos de convivencia en la ciudad. Una ciudad menos desigual es la que aporta a resolver, de verdad, fenómenos de violencia en todo el conjunto de la sociedad. Es muy fácil quejarse del delito cuando otros no tienen comida, y esto no es decir que los pobres roban, es decir que la sociedad en su seno es provocadora de conflictos que llevan al delito. Quizás haya que probar con dejar de tomar acciones efectistas que no sólo no contribuyen a solucionar los problemas de fondo, sino que los agravan, porque los aumentos de penas han traído solamente más problemas. Es tiempo de cambiar de paradigma y trabajar en soluciones de convivencia ciudadana, sin dejar de velar por reprimir los delitos que se cometen hoy.
Sería bueno dejar de invisibilizar los factores que causan la violencia y la inseguridad ¿Por qué estamos más preocupados por el “tranza” y no por aquel que se llena de dinero con ese negocio cruel? ¿Por qué seguimos insistiendo en algo que ya hace tiempo no ha dado resultado como es el aumento de penas? Como decía Einstein, no esperemos resultados distintos si siempre probamos con la misma receta. ¿Y si para empezar a acabar con la inseguridad lo urgente es hacer algo distinto?
El 27, VOTÁ SI, en defensa propia, pero, sobre todo, en defensa de todos y todas. Que la propiedad no valga más que la vida.
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